Historia de un bongo

Me pasa a menudo que, al leer o escuchar los nombres de algunas empresas, me quedo pensando cuál podría ser la historia que se esconde detrás de esa elección. Por este motivo me he decidido a contar cómo surgió el nombre Bongolingua.

Todo empezó cuando trabajaba en Philip Morris y estábamos preparando el lanzamiento de un nuevo L&M. Desde la central en Suiza me pidieron que asignara un nombre en clave al proyecto. Entonces, sin saber muy bien por dónde empezar, eché mano del manual de la marca en busca de inspiración. Al cabo de un rato hojeando me topé con un gráfico publicitario llamado Bongo y pensé para mis adentros: es una palabra corta, fácil de recordar, se dice igual en todos los idiomas, posee una sonoridad especial y, además, guarda relación con la marca.

Pasados los años descubrí que el diseño de la cajetilla de L&M que lanzamos en España había adoptado oficialmente el nombre de Bongo a nivel internacional. Desde Singapur hasta México, había muchos países que estaban introduciendo L&M Bongo en sus mercados.

Por eso, cuando me planteé darle un nombre comercial a la actividad de traducción que quería llevar a cabo, se me ocurrió que Bongo era un estupendo candidato. En este caso, además del atributo asociado a la comunicación universal con un bongo, está el cariño y los buenos recuerdos que me genera.