Filosofía

Se dice que lo que mejor habla de una persona como profesional es el resultado de su trabajo. Antes de dedicarme a la traducción, cuando mi vida profesional discurría en términos de marketing, este resultado era, la mayoría de las ocasiones, muy difícil de medir a corto plazo.

El motivo es que, aunque el mensaje de una marca impacte positivamente en el consumidor, esto no tiene porqué traducirse en un aumento de las ventas a corto plazo. Este efecto normalmente solo se consigue a través de promociones, una actividad que debe llevarse a cabo de forma táctica, ya que el valor de la marca corre el riesgo de devaluarse con demasiadas ofertas.

Una marca, producto, servicio o profesional, que aspire a tener éxito, ha de pensar siempre en las necesidades de su cliente. Tiene que ser coherente con lo que promete para generar confianza y una relación a largo plazo. El cliente debe saber qué esperar de ella y sentirse seguro. 

Y esta es la filosofía.

Metodología:

Al recibir un encargo de traducción planteo siempre las siguientes cuestiones:​

¿CUÁL ES EL TEMA?

¿Se habla sobre un producto o sobre una determinada industria? ¿Es un manual técnico o un informe financiero?

¿CUÁL ES EL FORMATO?

¿Se trata de una página web, un folleto promocional o un libro de algún género literario en particular?

¿QUIÉN ES EL PÚBLICO?

¿A quién se dirige, son personas con intereses particulares? ¿Dónde viven? ¿Qué les preocupa?

Entonces, de la mano de mi cliente, dedico el tiempo necesario a revisar y definir el proyecto. Solo cuando se conocen las respuestas, es posible transmitir el mensaje con éxito.